Este libro no es la obra de una teĂłloga âaunque al decir esto no presupongo que la autora no pueda serloâ sino la de una mujer que vive, siente y padece como mujer. Una mujer que lee la Biblia y nos aporta su especial sensibilidad femenina a la hora de comprender sus entresijos, sobre todo cuando se trata de la relaciĂłn hombre-mujer, madre-hijo o incluso la de mujer-mujer. Merece la pena leerlo y disfrutar de sus reflexiones a travĂ©s de mujeres de la Biblia, desde Eva "la primera en todo" âcomo ella la llamaâ a la estigmatizada mujer samaritana "pecadora y mensajera".
Estas mujeres, ademĂĄs de su humanidad, tienen en comĂșn un lugar de encuentro, el pozo de Jacob, en cuyas aguas se reflejan sus perfiles que ella tan finamente nos bosqueja para bendiciĂłn de otras mujeres y de los hombres que nos acercamos a Ă©l y convivimos con ellas. Se trata de mujeres de carne y hueso, con sus luces y sus sombras, con sus tristezas y sus alegrĂas, con sus vivencias personales y colectivas, sujetas al amor y al desamor, a la intriga y al miedo, a los desafĂos de la vida, a la fe, a la misma supervivencia en un mundo hostil modelado por los hombres... Precisamente por eso, estas mujeres son tan parecidas a las de nuestro propio tiempo y entorno, con las que tantas se pueden identificar, sentir como ellas, aprender de ellas, evitar sus errores y experimentar sus mismos Ă©xitos. Por este motivo la narraciĂłn, mĂĄs que en pasado, se desarrolla en presente, como si fueran hechos actuales y no pretĂ©ritos. Los personajes estĂĄn vivos, existen hoy.
ÂżY nosotros los hombres, quĂ© papel representamos en todo esto frente a un libro como este, aparentemente dedicado a las mujeres? Pues yo creo que no nos viene nada mal aprender un poco mĂĄs de las profundidades insondables del alma femenina; al fin y al cabo las mujeres son la mitad de nosotros mismos. (JosĂ© MÂȘ Baena, traductor).