En el acoso escolar hay una satisfacción que se pone en juego y que por ser contraria al placer no se deja reducir a la norma institucional. Esta particularidad hay que destacarla porque ha conducido a una especie de imposible, pues el acoso se resiste a ser superado o a dejarse mantener a distancia por parte del saber pedagógico y psicológico. Dado que el acoso escolar se ha convertido en un obstáculo para mantener civilizados los lazos en la escuela y da cuenta de que ninguna sociedad tiene posibilidad de marchar de forma perfecta, se hace necesario analizar la garantía de la autoridad que representan los educadores en nuestra época y, al mismo tiempo, nos vemos exigidos a arrojar alguna nueva luz sobre el problema en cuestión. Esta es la apuesta que me causa al escribir Violencia escolar y autoridad, teniendo en cuenta que, en el psicoanálisis, son pocos los puntos de señalización destinados a orientarnos hacia una ruta segura que nos lleve a buen puerto.
Héctor Gallo