Hacía mucho mucho tiempo que la selección Cielo Azul no ganaba un campeonato. Este cielo estaba, por eso, a punto de perder su lugar en el grupo de cielos que reciben el premio de ser habitado por almas.
Pero, después de casi cincuenta años, recibieron un alma que estaban esperando: el alma de Cris, un director técnico con vocación y pasión por el fútbol, al que conocían muy bien.
Aunque el equipo estaba en una posición negativa en la tabla del campeonato, Cris confió en sus jugadores, y los entrenó para que ganaran las siete copas, no sin antes hacerles sentir que ya eran triunfadores.