Los seres humanos queremos muchas cosas, demasiadas cosas, pero lo que realmente aĂąoramos, lo que deseamos desde el interior de nuestras tripas, es solo mĂĄs tiempo y hasta pactarĂamos al igual que Fausto para ello, siempre mĂĄs tiempo. La vida nos resulta corta, necesito entonces mĂĄs y mĂĄs. ÂżCuanto? La eternidad. De allĂ que en todas las mitologĂas siempre aparece un personaje que va en busca del elixir de la inmortalidad, el brebaje que me dĂŠ mĂĄs tiempo. Los dioses son inmortales, tal vez por eso los hombres siempre quisieron ser dioses, aunque como dijera un viejo maestro budista, vivir una vida digna que merezca ser recordada por siempre, se parece bastante a la eternidad.