Un hombre es asesinado en una cacerĂa y su amigo y compañero de partida confiesa ser el culpable del crimen. Hay un convencimiento unĂĄnime de que Ă©l es el responsable. Sin embargo, algo hace desconfiar a Arthur Jelling, lo que le lleva al empeño de demostrar, con la mĂĄs absurda de las hipĂłtesis, que, por su experiencia con tantos otros casos, la realidad de los hechos siempre puede superar a la ficciĂłn. De este modo, Ninguno es culpable parte de un caso aparentemente sin misterio, sin intriga, y sin embargo, logra mantener el juego con el lector desde su inicio hasta su desenlace, gracias sin duda a la maestrĂa narrativa de Scerbanenco.