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Relaciones o Cuentas de conciencia

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El filósofo Fernando Savater afirma que la buena literatura no tiene sexo, ni siquiera género (la mala resulta irrelevante que lo tenga), pero cuando la escribe una mujer siempre será bautizada como "literatura femenina" y se le asignarán rasgos idiosincrásicos que la cargan de un punto exótico, como si llegara desde un continente casi inexplorado.

Leyendo a Teresa una y otra vez, descubro una fascinación que sobrecoge, unas palabras que quedan resonando en lo más profundo del corazón, unas comparaciones que "no tienen comparación", un anhelo de lo divino que te desborda, una locura que se contagia, un sabor a eternidad que solo te está permitido pregustar en esta tierra y me pregunto con Savater: ¿son acaso las buenas escritoras las indígenas de un continente apenas conocido por los varones?

Pues bien, no hay una "literatura femenina" a efectos críticos, pero sin duda ha habido una larga lucha femenina para abrirse paso en la literatura monopolizada y dirigida por la autoridad de los varones. De ello nos da razón la férrea defensa que hará Teresa de Jesús a favor de la mujer y del derecho a hablar y a escribir en la Iglesia. Teresa es una mujer de letras, una humanista en el amplio sentido de la palabra, innovadora absoluta en la manera de hablar de lo "trascendente" que es lo más inmanente, visionaria, puesto que ve cosas que otros no ven, rebelde, decidida, crítica, artista, mística, poeta…

Conmueve por su penetrante locura e inteligencia (tan amplia como las playas marinas o como la bóveda celeste) y por su atormentado coraje. Demuestra penetración psicológica, aguda visión social, humor malicioso. Alcanza una libertad de juicio verdaderamente insólita en su tiempo o en cualquier tiempo. Digamos, finalmente, que en Teresa comprobamos cómo las cosas más bellas son las que inspira la locura y escribe el corazón.