En un mundo cada vez más incierto, hipermediatizado y líquido (Bauman, 2009), donde la aceleración constante nos empuja a situarnos en un espacio crecientemente ansioso, estresado o deprimido, se hace necesario educar en el autoconocimiento y las emociones, de manera que las nuevas generaciones reviertan este panorama hacia el bienestar y la plenitud. ¡Potenciar, fortalecer y educar a la primera infancia es urgente!