Hay un pueblo de fronteras donde el español o el portuguĂ©s se juntan con el guaranĂ. Hay noches de carnaval donde los cuerpos centellean al son de las comparsas, es el descubrimiento del ansia, de la cadencia y del ritmo. TambiĂ©n hay un barrio en el conurbano bonaerense donde la hermandad de los niños se prolonga en juegos y palabras. La lectura introduce en las horas de lo cotidiano una suspensiĂłn, una demora, un margen de reserva Ăntimo que desata el estremecimiento. Se abre un tiempo fuera del tiempo que lleva a la poesĂa, esa zona de la lengua que es revelaciĂłn luminosa, candor, perplejidad, siempre reacia al deber o al envejecimiento. Un libro puede encandilar dice el poeta en estas pĂĄginas. O ser una visiĂłn fulgurante que nos mantiene en vilo.