La irrupción en Bogotá de la carrera Décima, a mediados del siglo XX, fue, además de un paliativo para la movilidad del centro de la ciudad, un hecho simbólico de la historia de la Capital: representó el ingreso de Bogotá a la modernidad, con la adopción de patrones arquitectónicos de vanguardia –que rompían con la hegemónica mezcla de los estilos colonial y republicano– y la existencia de una élite comercial y profesional que, escapando del nebuloso panorama político que vivía el país, promovió proyectos de desarrollo para la urbe como la avenida en cuestión.
La carrera de la modernidad. Construcción de la carrera Décima. Bogotá (1945-1960), repasa la vida de la Avenida, en una radiografía que entreteje la historia de ésta con el transcurso paralelo de la ciudad, en ámbitos como lo político y lo económico, y que se enfoca en algunos de los inmuebles que rodean la protagónica vía.
La publicación, presenta información textual y gráfica hallada en notarías y documentos catastrales de la ciudad, en el Concejo de Bogotá, en archivos de prensa, en planos de la Secretaría de Planeación, al igual que en las propias firmas constructoras de la Avenida y en archivos de fotografía de la historia de la capital. Así se engrosó una publicación bien documentada que no se queda en el sobrevuelo histórico de la Décima, sino que aporta minucias sobre los valores patrimoniales que poseen 21 edificios construidos sobre la Avenida.
La reconfiguración predial de las manzanas aledañas a la Carrera tras su construcción y la alta valorización de los bienes ubicados allí –réditos que quedaron en los bolsillos de actores privados, por la nula injerencia pública–, junto con anécdotas y hazañas como la rapidez con que se cristalizó el primer tramo del proyecto, entre la avenida Jiménez y el Centro Internacional, de 1948 a 1952, son ejemplos de los atractivos informativos que contiene, un compendio documental que hace honor a un elemento insignia del patrimonio construido de Bogotá: la carrera Décima.