Entre el 26 y el 27 de septiembre de 2014 ocurrieron hechos de extrema violencia en la poblaciĂłn de Iguala, en Guerrero. AhĂ desaparecieron 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural RaĂșl Isidro Burgos, asentada donde estuvo la hacienda de Ayotzinapa, y varias personas mĂĄs perdieron la vida o sufrieron daños severos. Ăsa es la escena, Ă©se fue el crimen. A los confusos sucesos de esa larguĂsima noche, en los que participaron policĂas municipales y miembros de un grupo criminal, siguiĂł una investigaciĂłn sin precedentes a cargo de las autoridades federales y, sin embargo, pronto fraguĂł en la opiniĂłn pĂșblica la certeza de que algo unĂa esa tragedia con la del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco.
En este breve volumen, Fernando Escalante Gonzalbo y JuliĂĄn Canseco Ibarra se interesan no en los sucesos mismos, sino en la construcciĂłn simbĂłlica que se desarrollĂł en la prensa, los informes de expertos, las expresiones callejeras, asĂ como en los efectos que la "cultura antagĂłnica" âun marco de referencia basado en la sospecha ante cualquier acciĂłn del Estadoâ tiene en la comprensiĂłn de la realidad social e histĂłrica de nuestro paĂs. Apoyados en un modelo propuesto por Marshall Sahlins, los autores encuentran los mecanismos de interpretaciĂłn que permitieron colocar ambos acontecimientos, toscamente distorsionados, en una misma cadena de ultrajes.