La presente selección contiene los relatos:
- Mozart ensayando su Réquiem
- y Los inocentes.Mozart ensayando su Réquiem es quizá el más valioso de los relatos de Tristán de Jesús Medina. Apareció en Madrid, en la Imprenta de Fortanet, en 1881. El relato se hace eco de dos obsesiones que el cubano cultivó a lo largo de su existencia: la pasión por la música y la obsesión romántica por el amor-amistad que debe impregnar todas las cosas.
El texto apuesta por la superación espiritual del dolor a través de la voluntad creadora, patente en la vida y obra de Mozart, en cuyo abordaje confluyen veracidad e idealización. También los sentimientos humanos de diversa índole que padeció o de los que fue objeto el genial compositor, elevados a una alta categoría estética.
Es posible incluso conocer la personalidad de Mozart a través de los perfiles psicológicos de las mujeres que formaron parte de su vida. Más allá de esto el autor intenta develar algo del complicado atolladero de los sentimientos y pasiones humanas, haciendo mayor énfasis en el amor.
Mozart ensayando su Réquiem está muy influido por lo mejor del romanticismo alemán; pero apunta ya hacia algunos tópicos modernistas. Aparece el ya citado misticismo. Se expresa en el culto a la divinidad, a través de la contemplación de la belleza artística y la inmersión del sujeto dentro de su propio ser espiritual.
Al igual que en sus piezas poéticas está presente el canto a la muerte como coronación de la vida y perfección de lo eterno.
Los inocentes es otro de los textos de Tristán de Jesús Medina que mejor reflejan su mundo interior. Bajo el título de Los inocentes encontramos cuatro cortos relatos:
- «Nieve»,
- «El ángel de los niños»,
- «La madre de los niños»
- y «Una caja de violín».Todos ellos recurren al mismo espacio y a los mismos personajes. Un Madrid frío, nevado y pobre. Un protagonista, en primera persona, que recorre las gélidas calles tropezando con escenarios donde los principales actores son niños que sobreviven en un paisaje urbano, marcado por la miseria. Es un retrato intimista, por momentos crudo y descarnado, sin pretensiones moralizantes.