Se trata de una princesa que al Principito le hubiera gustado conocer: el ser más puro, el más perfecto que jamás se haya creado, que entró en nuestras vidas, en mi vida, definitivamente, más allá de la muerte, gracias a un amor impecable, exclusivo, insustituible– una princesa conejita. Su historia es un grito del corazón para aquellos que podrían amar de la misma manera, o que podrían maravillarse de ello. Ella alcanza la mitología japonesa, en la cual los conejos son las divinidades del hogar y del amor, a la mitologíachina o egipcia.