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Filobiblon : Amor por los libros

E-book


Respiramos libros para evitar languidecer. Nos son caros y sustanciales no porque nos recuerden una existencia menesterosa en un mundo difĂ­cilmente legible o sean la imagen de la fugacidad de los dĂ­as y las noches, sino que son la propia vida. Hubo personas que sintieron o pensaron algo que juzgaron digno y nos lo dejaron escrito dentro de unas como botellas de vidrio selladas y arrojadas al mar de los siglos. Al menos eso creemos quienes nos dedicamos a las artes del libro o a su estudio, los que nos definimos como gente de libros. Sin embargo, los libros, para algunos, son mĂĄs que esa evocaciĂłn. Ha habido personas que transitaron entre libros, se ensamblaron a ellos y tuvieron una reserva inagotable de aliento para cualquier asunto libresco. Uno de los mĂĄs notorios fue Ricardo de Bury (1238-1345) quien nos legĂł el primer tratado sobre la formaciĂłn y conservaciĂłn de una biblioteca y el cuidado de los libros: Filobiblon.