El tema de raza en América Latina ha tomado fuerza en los últimos años. Se trata de reconocer que las clasificaciones raciales han moldeado la forma de ordenar las sociedades de la región, de percibir a sus miembros y de entender cómo lo han hecho. El asunto no había recibido la atención que merece por varias razones. La evidente importancia de las divisiones de clase en la región hizo que esta categoría tomara preeminencia en las décadas de 1960 y 1970, cuando las ciencias sociales adquirieron mucha fuerza académica. Además, la idea muy arraigada de que las relaciones entre diferentes grupos raciales es armónica hacía ver el tema como insignificante. Por otra parte, el convencimiento al que se llegó en la segunda mitad del siglo xx de que las supuestas razas no corresponden a realidades objetivas (aunque las clasificaciones raciales sean muy reales), hacía su estudio, primero poco válido y luego indeseable, pues podía tener el efecto de reforzar categorías que enfatizan desigualdades.
Pero el nuevo peso académico de las perspectivas culturales, sumado a la atención internacional que el tema ha recibido como en el caso de la Conferencia Mundial contra el Racismo, celebrada en Durban en 2001, y la tradición de la influyente academia estadounidense, le han dado un nuevo vuelo a la preocupación por comprender cómo el concepto 'raza' ayuda a comprender el pasado y presente latinoamericanos.