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Humillado por mi esposa

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Mientras ĂŠl limpiaba la mesa, Julie mantuvo las piernas abiertas, me mirĂł sin decir palabra, y cuando se dio la vuelta y empezĂł a irse, ella dijo: "No llevo ropa interior, ya sabes".

Dios mĂ­o, todavĂ­a puedo recordar claramente el sentimiento inmediato en mi polla. No fue tan difĂ­cil de repente, no. Fue una intensa sensaciĂłn de hormigueo, como una prostituta diabĂłlicamente agresiva tirando de los dientes y la lengua desde la punta hasta las pelotas - y mĂĄs. Pero no fue el hecho de que mi esposa dijera que no llevaba ropa interior, bueno, no tanto. Fue el hecho de que el camarero casi definitivamente la oyĂł.

"ÂżY si lo hizo?" Julie lo desafiĂł con una sonrisa en la cara. Y no era sĂłlo una simple pregunta retĂłrica. Lo sabĂ­a.... ambos lo sabĂ­amos, ella preguntĂł seriamente adĂłnde nos llevarĂ­an las cosas si sucedĂ­a que el camarero de alguna manera recurriera a su conocimiento Ă­ntimo del estado del forro de mi esposa.

AsĂ­ que en ese momento estaba esperando una noche de abandono sexual con mi esposa, que ahora parecĂ­a dispuesta a chupar mis huevos a travĂŠs de las cuencas de los ojos, y el corto camino de regreso a nuestra villa parecĂ­a dolorosamente largo esa noche. Mi mano se deslizĂł hacia arriba y hacia abajo en la parte posterior del vestido de raso de Julie y mis dedos confirmaron alegremente la declaraciĂłn anterior sobre su falta de ropa interior.