Habitualmente se ha afirmado que el capitalismo tiene un rostro frĂo, desprovisto de emociones, guiado por la racionalidad burocrĂĄtica, ajeno a los sentimientos; que el comportamiento econĂłmico estĂĄ en conflicto con las relaciones Ăntimas y que las esferas pĂșblica y privada se oponen irremediablemente. Sin embargo, en esta obra tan inteligente como provocadora, Eva Illouz muestra de quĂ© modo el capitalismo ha alimentado una intensa cultura emocional, favoreciendo el desarrollo de una nueva cultura de la afectividad