Me siento como esos exiliados voluntarios -si acaso ya la misma frase no entraña contradicciĂłn- que no hallan sosiego en ningĂșn lugar porque en el fondo no han roto amarras con lo Ășnico con que nos es imposible romper: con nosotros mismos. Un inmigrante peruano en Tenerife escribe un diario que empieza con su nuevo trabajo en un salĂłn de mĂĄquinas tragaperras. Sus dĂas transcurren sin ninguna perspectiva de cambio y los personajes que lo rodean se encuentran en un limbo muy parecido: un anciano profesor sin alumnos, una ludĂłpata, un viejo amigo que lo ancla a un pasado penoso, un jefe tirĂĄnico, un escritor eclipsado por su Ășnica obra, una hermosa joven de extrañas intenciones, la alargada sombra de un antiguo amor... Cuando todo parecĂa encauzarse, un suceso inesperado provocarĂĄ que la situaciĂłn dĂ© un vuelco.