Vivimos en una ĂŠpoca en que la tecnologĂa nos permite llegar a las antĂpodas a la velocidad de la luz, sin embargo, cada dĂa es mĂĄs difĂcil la comunicaciĂłn con las personas que nos rodean. En ese contexto nacen las pĂĄginas de amor y amistad en internet, lo cual en sĂ mismo no es ni bueno ni malo, pero hay dos caracterĂsticas esenciales en ese modo de conocerse las personas: la primera es que se antepone el deseo de intimar con alguien al hecho mismo de conocer a esa persona, lo cual invierte los tĂŠrminos tradicionales de las relaciones humanas; la segunda es que uno es el que escribe y otro el que lo lee, por lo que la posibilidad de generar malos entendidos o alimentar errĂłneamente a la imaginaciĂłn es muy alta. Eso es precisamente lo que, con una estructura de diario, encadena cada uno de los episodios de Mi realidad virtual, de Pepa L. Casanova: situaciones unas veces cĂłmicas y otras amargas, pero contadas siempre con ingenio y sin resentimiento. Aderezado todo ello, ademĂĄs, con una chispita de erotismo.