Cuando estás sumido en la más profunda oscuridad, parece imposible alcanzar la luz. Tras experimentar un suceso tan doloroso como la muerte de un hijo, no te imaginas que algún día volverás a celebrar la vida… Pero hoy te digo que sí, se puede. La pérdida de un ser amado deja una huella imborrable en tu corazón, en tu alma y en tu memoria. Y transitar el duelo es inevitable, el único camino que puede devolverte el aliento que necesitas para aceptar lo que parece inaceptable y abrazarlo con amor y gratitud. En tus manos deposito las herramientas que me han ayudado a transformar el dolor en amor y me han devuelto la energía para reconectar con la alegría, descubrir mi propósito, y levantarme todos los días agradecida por ser testigo de este milagro al que llamamos vida