En Amor y celos hacen discretos se defiende al Grande Osuna, acusado de crueldad ante el Rey. Tirso de Molina pretendió compensar con esta comedia sus sátiras a los Girones en El castigo del penséque.
Tirso es gracias a obras como esta uno de los más destacados continuadores del teatro áureo difundido por Lope de Vega.
Su habilidad para mostrar sobre la escena la profundidad psicológica de sus personajes destaca en especial cuando se trata de caracteres femeninos, le singulariza entre todos los dramaturgos del Siglo de Oro. Sus personajes muestran su independencia y manifiestan su desacuerdo con una situación, hasta el punto de poder vengarse ellas mismas, sin la participación del varón.
Tirso estudió los asuntos de tradición nacional y se inspiró en la realidad social y religiosa de la época. Así, en Amor y celos hacen discretos habla del libre albedrío, la predestinación y la salvación del alma. Aquí el autor emplea un lenguaje rico, con influencias culteranas, manifiesta un gran sentido de humor y un manejo virtuoso del idioma.