"El propio Freidemberg, en una entrevista, decĂa 'no confundimos la poesĂa con la vida, pero cuando alcanzamos a vivir lo que el poema atrapĂł de la vida para que se vuelva poema⊠Bueno, esa es una experiencia que me gusta mucho. A mi poesĂa, en todo caso, nada la anima tanto como la ambiciĂłn imposible de tocar o capturar algo a lo que nunca va a llegar, y el enorme placer de jugar esa apuesta. Es una apuesta de antemano fracasada pero muy disfrutable en sĂ misma, y llena de la energĂa o la fuerza que recibe de ese mundo inalcanzable'.
Esa tentativa, que asomaba en algunos poemas de Diario en la crisis y se define en Lo espeso real, se volverĂĄ dominante y obsesiva en los dos libros siguientes, Cantos en la mañana vil y En la resaca, y en toda la poesĂa escrita por Freidemberg desde fines de los años 90, excepto algunas letras de canciones. Pero nada de eso aparecĂa en su primer libro, Blues del que vuelve a casa, de 1973, notoriamente identificado con lo que se conociĂł como el "coloquialismo argentino de los años sesenta": una poesĂa animada, vivaz, sostenida en la sucesiĂłn de imĂĄgenes con alta carga metafĂłrica, tendiente a establecer una relaciĂłn de simpatĂa con el lector y a producir cierto impacto emotivo, que suponĂa entender a la vida, sobre todo a la vida cotidiana, como una sucesiĂłn de acontecimientos asombrosos. Hacer poesĂa, para quienes la entendĂan asĂ, consistĂa en una habilidad para producir ciertos efectos: un clima 'maravilloso', algĂșn tipo de encanto. Y, por esos medios, acceder a una actitud de voluntaria ingenuidad, a la que se veĂa como una capacidad de sorprenderse y establecer asĂ un contacto mĂĄs Ăntimo con el mundo.
Freidemberg ya estaba apartĂĄndose de esa tendencia cuando sobrevino en la Argentina el golpe de Estado de 1976, y con Ă©l un cambio en las condiciones culturales y los horizontes subjetivos que obligĂł a replantear todo. A Diario en la crisis, escrito durante esos años, Freidemberg lo considerĂł 'el resultado de la dificultosa bĂșsqueda de alguna palabra que tuviera consistencia o valor en un paisaje mental arrasado. Me refiero al tiempo de la Ășltima dictadura, cuando no veĂa cĂłmo ni dĂłnde encontrar palabras que no estuvieran degradadas, o que no fueran una mera cobertura del horror: ahĂ, en esa bĂșsqueda, es que fui aprendiendo una relaciĂłn con las palabras que es la que, puedo decir, funda mi escritura, la de hoy'. En esa relaciĂłn, la fe en la palabra ya no era posible, y a las significaciones de las palabras y las cosas habĂa que encontrarlas, o reinventarlas" (Esteban Moore).