Como muchos profesionales europeos, traĂdos por el gobierno de la Ă©poca, la maestra alemana Isabel Bongard, se puso al servicio de la educaciĂłn chilena y logrĂł plantar la semilla de la impronta normalista, dando forma a la personalidad de los profesores chilenos. Y marcĂł -con su sello- los usos y costumbres que rigieron la vida de miles de educadores, pilares del desarrollo de Chile, durante muchos años. La educaciĂłn normalista fue decisiva para establecer la identidad nacional. Fue la herramienta para poner el silabario en manos de los niños del pueblo e iniciarlos como miembros activos de la sociedad. Isabel Bongard fue una persona clave en todo este vital y difĂcil proceso. Con diligencia y pericia, promoviĂł los primeros pasos para el logro de la movilidad social de la clase obrera y campesina de su Ă©poca y los años venideros.