La cuentĂstica de Quiroga mezcla, con extraña astucia, personajes humanos y animales que hablan, como en las fĂĄbulas clĂĄsicas, pero estableciendo una sutil frontera entre la vida natural y la civilizaciĂłn. Sus figuras de pioneros, de europeos abandonados en los confines de la selva, de cansados de la vida y de empresarios alocados crean un mundo densamente poblado de irrepetibles personalidades.
Una vida dramĂĄtica, siempre cercana a la estrechez econĂłmica, matrimonios conflictivos, experiencias con el hachĂs y el constante cerco del suicidio alimentaron su tarea cuentista, una de las mĂĄs importantes de LatinoamĂ©rica. Tampoco le fueron ajenas las influencias de Rudyard Kipling, Joseph Conrad y, sobre todo, el magisterio de Edgar Allan Poe, por las atmĂłsfera de alucinaciĂłn, crimen, locura y estados delirantes que contienen sus narraciones.
Indiscutiblemente, Horacio Quiroga supo volcar en su punzante escritura la intensidad necesaria para que sus relatos sean eficaces, hagan blanco en el lector y se claven en su memoria para perdurar en el tiempo.