En la Quebrada jujeña pasan cosas mágicas. Había una vez una bruja y una maga que dibujaban un huerto y componían canciones. Y había también una cocina y una cazuela, donde el corazón de las personas no permitía que se acabara el guiso de quínoa. Y había un hada con alpargatas azules y corazón de mango, guardiana de las semillas y las risas de los niños. Sí, en la Quebrada pasan cosas mágicas, y también nacen comidas exquisitas y llenas del color y el sabor que solo sabe dar la Madre Tierra. Palabras como acordes que saltan entre los renglones, dibujos como puertas que se abren a lo milagroso… Este es un libro, pero, además, es un puente que los pies infantiles caminarán para unir el arte con los prodigios de la naturaleza.