Intentar un estudio completo acerca de un proceso en marcha, que aún no alcanza la mitad de su probable periodo, parece algo arriesgado. Alguno dirÃa que no es bueno aventurar conclusiones, menos aún con una administración como la de Donald Trump, que para muchos aparece todavÃa como un completo desorden, con una gran cantidad de cargos que por el momento no han sido asignados; cambios frecuentes de asesores, incluidos los principales encargados de las relaciones exteriores y la seguridad nacional; muchas polÃticas no explicitadas, con graves conflictos internos que se prolongan desde la campaña presidencial y, por encima de ello, un presidente que gobierna por sà solo, sorprendiendo muchas veces a sus propios colaboradores y a la prensa con virajes tácticos que parecen ser más reflejo de estados de ánimo que de análisis muy cuidadosos.