Este libro implica un ejercicio colectivo de producción de saberes y haceres en nuestra Ámérica profunda, de alianzas y empatías, de reciprocidades. Cada texto es un plato sabroso de diversos ingredientes como son las masculinidades, plurales, diversas.
El plato único no existe en este desarrollo, se adapta a esa diversidad como puede, pero aún está vivito y coleando entre nos, generando violencias y dolor.
Esa diversidad de masculinidades deben ser vistas como situadas, ese ser está en un tiempo y espacio específico, las significa, les da sentido y realidad.
Da cuenta de un activismo preciso articulado en diferentes redes de incidencia política, desde cárceles hasta trabajo con pueblos originarios, desde estar siendo jóvenes hasta los adultos mayores.
Recorrer este menú empático interpela nuestras formas de acción, visibiliza lo oculto bajo el poder de nuestras culturas, muestra que no todo está perdido en la búsqueda de igualdad y no violencia.
Quienes participamos de este emprendimiento no estamos solos ni solas, somos parte de colectivos que nos contienen y nutren, es fundamental este punto desde mi mirada, ser parte de redes continuas de indagación crítica de lo que vamos haciendo.
La mesa está servida, los platos también.