Desde el primer instante, el relato provoca un misterio, el mismo que describe un momento Ășnico e irrepetible, el camino que deja el espĂritu de un cuerpo y permite que se vaya. Una voz omnisciente llena de sensaciones nos inicia en el viaje. No conocemos su identidad, pero es a travĂ©s de su experiencia que se conoce lo que le acontece cuando abandona su corporeidad. De inmediato se encuentra en el cielo. Un cielo que a medida que transcurre el relato va cambiando su fisonomĂa, su acontecer diario.
En el cielo hay algunas almas que detentan el poder y otras almas que cuestionan ese poder y sus reglas y ansĂan mayor libertad, porque entienden que permanecer para siempre en el cielo es abrumador. Los renegados rechazan pasarse una eternidad en el cielo y tras una temporada quieren volver cuanto antes a la vida conocida.
MarĂa aparece en escena describiendo otros cielos posibles, dice conocer grandes espacios donde la gente se reĂșne y evita aburrirse en una vastedad tan inmensa. Mientras algunos desean buscar otros cielos, hay quienes buscan controlar las entradas al cielo y obtener rĂ©dito permitiendo el acceso a almas a las que les estarĂa vedado su ingreso. Esas almas conspirativas se pertrecharĂĄn, buscarĂĄn cambiar las reglas eternas.
Todo puede suceder, allĂĄ arriba no hay lĂmites y las posibilidades son eternas e infinitas, el ĂĄngel de la guarda de MarĂa se enamora de su aura, confesĂĄndole su protecciĂłn eterna, Ă©l nunca la abandonarĂĄ y serĂĄ su acompañante y custodio en cada momento de la historia.