De este modo, una vez más afirmamos que la propuesta de tomar la enseñanza de Lacan en bloque es la única oportunidad de captar qué fue para él el significante del Otro barrado y ver de qué manera él mismo se embrolló y desembrolló ante ese real al que la práctica analítica día a día nos convoca. Un real que es lo que precisamente debería poner en cuestión lo religioso que siempre anuda en el corazón del parlêtre, del hablanteser. Porque si como decía Lacan en el 75, la religión es un síntoma, no va de suyo que su función como tal sea fácilmente eliminable. En otros términos, nos preguntaremos: ¿cuánto de religión aún perdura entre nosotros, en el uso de nuestros conceptos, en nuestra práctica y aún en el lazo la Escuela? ¿Podremos al menos no contradecirnos todo el tiempo? Leonardo Gorostiza
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