Viaje a lomo de tigre es un recorrido por lo que no puede ser medido, por una cultura que no se siente sobrepasada ante lo infinito y una forma de presenciar esas nupcias inmensas. Los doce ensayos que conforman este libro recorren los ejes fundamentales del pensamiento, la cultura y el arte de China. Sólo para empezar, vemos que en el idioma de ese país la cantidad de ideogramas es enorme y se multiplica de manera exponencial mediante las combinaciones que dan lugar a una cantidad inmensa de significados y si a esto agregamos las acepciones que surgen de las distintas formas de pronunciación, nos sentiremos incapaces de abarcar ese universo. A pesar de esa complejidad, la lengua china no sólo es precisa y clara, sino también contiene un valor poético intrínseco.
La guerra también es un arte para los chinos. Sun Zi dejó en su obra lo que muchos entienden como un manual para acabar con el enemigo, sobre todo, claro, en Occidente. La paradoja se presenta de nuevo. El arte de la guerra, para los chinos tiene sentido sobre todo en la paz. El enemigo, el combate, las armas, el ataque, la defensa. Pero, ¿quién es el enemigo en tiempos pacíficos? En realidad, la guerra es entendida aquí como la búsqueda de la perfección, como una forma de entender la vida y ser vencedores de sí mismo. Como afirma Bailey, "la filosofía china que hoy conocemos nació para detener la violencia en un tiempo en el que se creía que el mundo podía ser ordenado con sacrificios y castigos".
China es ahora la segunda potencia del mundo. Detrás de la muralla se conformó durante décadas un país que ahora impulsa la economía global. Si como dice Moira Bailey, "aquello que está bien constituido desde dentro no es susceptible de ser inquietado por los vientos que soplan a su alrededor", ese país milenario edificó su propio cielo, el del equilibrio, el de la capacidad de ser flexible, en suma, el matrimonio del cielo y el infierno.