Por la novela pululan países, idiomas, razas, costumbres, creencias. Pululan conflictos y enfrentamientos, nacen ciudades nuevas en medio de civilizaciones milenarias.
El relato trascurre en una contraposición alternada de lugares de estancia (ciudad) y lugares de tránsito (viajes): el viaje a su segundo kibutz es una obra maestra de literatura y de vivencia biográfica. Y se monta también sobre la contraposición entre los lugares tradicionales, cargados de vida, y el kibutz, con edificios faltos de la menor referencia personal: si en algún lugar se nota lo que la arquitectura aporta a los hombres, cómo estos hacen suyo lo que ellos mismos construyeron, es, precisamente, en la descripción en la vida del kibutz, completamente horro de personalidad: por ser escuela de vida, debería haber sido también lugar de humanidad: nada hay, sin embargo, más desolador, por falta de historia, que un kibutz; por más que esté lleno de vida: la historia, se comprueba una vez más, es la sustancia de nuestra vida.