Emilia Pardo Bazán publica Doña Milagros en 1894, novela que pertenece a su etapa de madurez literaria. Enmarcada en la corriente naturalista, de la cual fue precursora en España, Bazán nos presenta unos trabajados personajes que trasladarán al lector a la sociedad del siglo XIX.
Doña Milagros es la precuela de Memorias de un solterón, en lo concerniente a la trama argumental la segunda historia es una solución de la primera.
Esta vez es Don Benicio, el patriarca de los Neira, el encargado de contar la historia que comienza con el nacimiento de sus últimos retoños y la presencia necesaria en su nueva vida de su vecina, Doña Milagros, una mujer muy curiosa, un «ángel del hogar» para Don Benicio.
Con Doña Milagros, la autora construye un relato teatral de asunto galdosiano, el «quiero y no puedo» de la clase media venida a menos, con predominancia de los espacios interiores.