Como todos los mayores de 18 años, vivĂa rĂĄpido y estaba a la caza de culos. Mi vida era una fuerte lĂnea entre lo que mi mente pensaba que debĂa hacer y lo que mi polla querĂa que hiciera. AsĂ que estoy en la casa de la chica mĂĄs guarra de la escuela. Me la chupa como si fuera un Tootsie Pop y se muere por venir a este centro pegajoso.
Candice es definitivamente buena para mirar con un par de tetas como dos melones y un culo como un melocotĂłn. Y ella era una profesional en chupar pollas. SolĂa devorar mi polla y comĂ©rsela como una estrella del porno. SĂłlo dejo que haga su magia. Estuvo asĂ de cerca de deshacerse de mĂ. SentĂ que mis bolas estaban listas para echarle esa agradable crema de leche blanca que estaba a punto de ponerle en la cara.
En cuanto sĂ© que va a pasar, agarro el pelo de la perra y le saco la polla de los labios. La tensiĂłn es demasiado grande para que mi polla empiece a palpitar. De repente, una explosiĂłn de esperma salpica su bonita cara. Cuerda tras cuerda cubre su cara tapada con mi semen pegajoso. SĂłlo con ver mi esperma untado en su cara descuidada me dan ganas de dar otra vuelta. Pero finalmente tengo que irme. No quiero quedarme aquĂ para ningĂșn tipo de charla o sesiĂłn de abrazos. No tengo tiempo para eso. Esa perra tendrĂa suerte si le dieran una palmadita en el trasero para despedirse.
Dios, la vida es tan buena para ser el quarterback titular del equipo que ganĂł el tĂtulo estatal el año pasado. Puedo conseguir cualquier perra que quiera. Todo el mundo me quiere, y puedo hacer lo que quiera. Cuando conduzco mi Camaro de 1969 de vuelta a mi casa, la vida es jodidamente genial.