Un buen cuento, con su precisión breve, nos permite atisbar todo un universo a través de una rendija. Y esto es justo lo que sucede con aquellos pertenecientes a Cero grasa, de Reyna Guerrero. En sus manos, el cuento es materia viva, ágil, cambiante. Traza personajes que nos resultan más que verosímiles: íntimos. Personajes cuya voz escuchamos como perteneciente a nosotros o a nuestros conocidos. Cada uno de los relatos incluidos en este volumen consigue producir esa cercanía con asombro certero. Y cada uno lo logra de manera distinta. Sorprende; es como ver a alguien hacer piruetas de alto riesgo. No abundan las personas capaces de la versatilidad formal de [inserte nombre]. Maneja una amplia multiplicidad de registros, que hace que estos textos respondan a los presupuestos formales más variados. Uno a uno, estos cuentos traen sus propias leyes a cuestas. Y nunca dejan de fascinarnos.
Adalber Salas Hernández