"Seamos realistas: pidamos lo imposible", aquella consigna inspiradora del Mayo francés, perdió en las últimas décadas una sílaba y todo su sentido. Hoy, la mayoría de la clase dirigente en los países occidentales suscribiría a la módica aspiración de negociar lo posible. ¿Negociar con quién? La cultura del capital financiero domina desde hace décadas la política, la economía y el sentido común, y ha logrado convencer a buena parte de las fuerzas políticas más progresistas de que este estado de cosas –este mundo desigual e injusto– es el único al que podemos aspirar. ¿Cómo resistir la inercia del homo resignatus?
En este contexto, la Argentina presenta un caso singular: somos un país con una impronta igualitaria, cuya población ganó tempranamente derechos sociales y tiene marcada a fuego una memoria de movilidad social ascendente. La pregunta, que se puede hacer extensiva a toda la región, es inquietante: ¿puede convivir la cultura del capital financiero con una democracia inclusiva? En la mejor tradición del ensayo político, Lucas Rubinich construye en estas páginas un retrato movilizador de la política y la sociedad argentina, que aspira a despertar a esas conciencias resignadas. Devuelve así la imagen inequívoca de una clase política poco interesada en construir espacios de deliberación más abiertos y cada vez más alejada de las vidas reales y los intereses de sus representados. Pero también detecta algunos impulsos colectivos que, a contramano del individualismo pragmático que parece dominarlo todo, muestran una sociedad cuyo ADN insumiso sigue actuando.
Contra el sentimiento de inevitabilidad de lo que tenemos, es imprescindible –escribe Rubinich– recuperar las tradiciones rebeldes, pero no como fetiches, sino bajo la única forma vitalizadora posible, que es reinventándolas. Este libro viene a proponer una utopía realista para el siglo XXI. Porque apostar por la construcción de nuevos horizontes puede ser también un gesto de transformación.