Marta Ríos, inspectora de policía, inicia el que será su último día de servicio. Su trabajo, cerrar un, aparentemente claro, caso de suicidio. Román Sada, el vecino del 24, es encontrado sin vida en el patio interior del bloque. Todo indica que se lanzó al vacío la noche anterior desde la ventana de su cuarto de baño. Un pequeño detalle impedía la obvia conclusión: la ventana en cuestión se encontró cerrada por dentro.
La inspectora Marta Ríos es una mujer fuerte, pionera dentro de la policía española. Procedente de un hogar roto, se superó a si misma con cada obstáculo hasta que consiguió abrirse paso en un mundo de hombres para graduarse primero, como una de las primeras policías españolas y llegar después, al puesto de inspectora.
La trama se desarrolla en un triple nivel. Por un lado, seguimos la investigación, a tiempo real, durante ese último día de Marta Ríos en el Cuerpo. Uno a uno, va visitando cada uno de los apartamentos del bloque 105 de la calle Mencía en el barrio de Las Viñas. En un escaparate de nuestro tiempo y nuestras ciudades. Cada piso es un reflejo de nuestra sociedad, donde se ponen de manifiesto temas como la migración, el racismo o el maltrato machista, pero también la soledad, la incomprensión o la fatalidad. Un bloque en un barrio de los muchos que nacieron con el esplendor del desarrollismo inmobiliario. Grandes expectativas seguidas de no menos considerables decepciones. En un segundo nivel, conoceremos a cada uno de los ocupantes, propietarios algunos y arrendatarios otros. Repasaremos sus vidas y aquellos acontecimientos que les condujeron hasta aquel punto. Por último, cada entrevista evocará en Marta Ríos pasajes de su vida, que nos servirá para conocer mejor su figura, sus pensamientos y, por fin, el porqué de sus actos. Ya en el libro segundo, el protagonista será el difunto, Román Sada, y tendremos respuesta a muchos de los interrogantes que se plantearán en el libro primero y comprenderemos que no todo era como parecía.