Este libro analiza el proceso de construcción de un saber especializado sobre el pasado y sus objetos realizado por intelectuales-coleccionistas en la región andina, entre 1892 y 1915. Durante estos años, las antigüedades, en particular las indígenas, fueron vestigios valorados en múltiples dimensiones: desde la transacción diplomática, el credo hispánico, el discurso de la arqueología transatlántica, las sociabilidades intelectuales y el museo nacional. Esta investigación aborda las distintas experiencias locales y sus conexiones globales que arrancan en 1892 con la conmemoración del "descubrimiento" de América y se extienden hacia las primeras décadas del siglo XX, con la fundación de academias, sociedades e institutos de historia. El estudio crítico de estos procesos de musealización y sus proyecciones públicas, en perspectiva cruzada, nos permiten comprender el complejo escenario en el que se erigen las representaciones nacionales y los distintos sentidos atribuidos a los objetos que fueron exhibidos, obsequiados, negociados o coleccionados.