Durante el siglo xviii los viajes de exploración se convirtieron en el centro de intereses públicos, políticos y comerciales de las élites europeas. Ambiciosos proyectos de exploración a países lejanos fueron un esfuerzo común de los imperios europeos. Como veremos, la historia natural constituiría una forma de apropiación y jugaría un papel central en las políticas de Estado; el trabajo del naturalista clasificando y nombrando objetos naturales facilitaría el control no sólo de la naturaleza, sino de otras culturas. La historia natural y los viajes de exploración constituyen un elemento central tanto para la historia de la ciencia occidental como para la historia cultural y política de Europa. Algunos historiadores que se han ocupado de la relación entre el imperialismo y la historia natural han mostrado cómo la expansión europea y la exploración científica son procesos complementarios y cómo los vínculos entre la política, el comercio y la ciencia fueron especialmente estrechos durante el siglo xviii1. Éste es un período durante el cual los europeos sintieron que su poder sobre la naturaleza se incrementaba; no sólo habían logrado conquistar buena parte del globo terrestre, sino también habían promulgado el descubrimiento de las leyes físicas que rigen el universo. Desde la llegada de los europeos a América en el siglo xv, España tuvo bajo su control el más grande imperio colonial del mundo. Durante el reinado de Carlos iii fueron implementadas algunas reformas políticas, que buscaban optimizar la explotación de las colonias estimulando la exploración científica de América. Al seguir los parámetros de la Ilustración francesa, el gobierno español basó sus políticas en la creencia de que la adquisición y aplicación de conocimientos científicos incrementaría su poder político y económico. La clave de la prosperidad económica del Imperio español parecía yacer en una explotación más eficiente de la riqueza natural de sus colonias.