A partir de las prácticas clínicas con niños cuyos padres son inmigrantes bolivianos descendientes de aymaras en un hospital de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, las autoras encuentran un límite acerca de la tarea asistencial como psicólogas y una posibilidad ilimitada del conocimiento a partir de otras disciplinas, más allá del psicoanálisis. El desencuentro lingüístico marca el rumbo y lleva a pensar cada vez más que el destierro de una lengua no es un elemento aleatorio, sino la columna vertebral para pensar la clínica con niños.
Los ¨niños silenciosos¨conmueven los saberes profesionales y nos otorgan la oportunidad de deconstruir viejos pilares poniéndonos a prueba una vez más en nuestra sensibilidad para captar lo más genuino de la realidad que acontece; porque en definitiva ¿qué conmueve a quienes nos interrogamos sobre le mundo y las humanidades sino justamente el desafío de seguir en este aprendizaje?