En claves telĂșricas, cĂłsmicas y ancestrales, nos presenta una suerte de resurrecciĂłn o encarnaciĂłn de cuerpos desaparecidos, pero fijos como estrellas en el cosmos, vigilantes, desplegando sensaciones sobre la catĂĄstrofe del poder y su inmisericordia. ResurrecciĂłn tambiĂ©n de una historia particular, la del poeta, que es a la vez personaje y testigo cotidiano, que no quiere se diluya por gozo o dolor en la memoria, de donde fluye lo familiar, la flora, fauna y geografĂa que se identifica con lo nortino, pero no exento de referencias a otras culturas y paisajes.
Corpus Carne deja percibir un profundo apego por lo viviente, preocupaciĂłn polĂtico-ecolĂłgica necesaria de refrendar hoy, sobre todo cuando la lectura permite transitar por el texto como por el canto que se propone ser, lejos del panfleto. "Ăramos los niños del universo,/ hasta que el universo se alejĂł de nosotros./ Miramos tierra y lucro,/ usura, territorio, poder./ Antes de la debacle, el odio y el miedo,/ Ă©ramos los niños del universo/ y dejamos las estrellas por las luces de una ciudad." Javier del Cerro
Imagen de cubierta: Uta MarĂa Stang. Serie cuatro estaciones "Primavera", Monotipia sobre papel BFK Rives, francĂ©s, 280 grs. Plancha: 30 x 63,3 cm. Hoja: 56,5 x 76,5 cm., 2011.