La globalización, como proyecto internacional del capitalismo, contiene nuevas formas de poder que ya se están desarrollando en los Estados Unidos, Europa y Japón -imperialismo colectivo-, mientras en los países tercermundistas hasta ahora se está tratando de entrar en la nueva ola del lenguaje económico y político que va a dominar los Estados nacionales y los mercados en el siglo XXI. En este sentido, la sociedad colombiana no es ajena a las nuevas transformaciones del mundo moderno y postmoderno, porque el principal desafío de la globalización es la integración de los países preiféricos a los grandes bloques interregionales, como alternativa para poder regular las transacciones comerciales con el resto del mundo. Dentro de este escenario global surgen nuevas estructuras de poder y las viejas formas de dominación se añejan y se osifican para dar paso a una fragmentación de poderes y nunca antes pensados por la órita del capital financiero. La lucha del proletariado o de clases, como se le llamó en decádas anteriores, empieza a perder fuerza para trascender a escenarios como el del poder de la información, el poder de la electrónica, la soberanía del mercado, el choque entre culturas, la corresponsabilidad internacional, nuevas geografías económicas, territorialización de la vida económica, el cambio de paradigmas sociopolíticos, la conquista de otras alturas en los poderes económicos, la robótica y el nuevo imperio de la burocracia mundial.