Cuando a los 67 años me jubilé, volví la vista atrás y me fui sintiendo insatisfecho, incluso culpable, de los currículos de literatura que en mis más de cuarenta años de enseñanza había "impartido", como se decía.
Habían sido estrechos, provincianos, casi mezquinos: Sólo literatura castellana, nada de literatura catalana, nada de grandes autores europeos. Y apenas había comentado textos de mujeres escritoras.
Me puse a estudiar lo que no sabía, hice un poco de alegre penitencia, un blog, este libro…