«En los barrios y los suburbios erosionados por un viento permanente de miseria vive la gente de las fĂĄbricas y de las obras en construcciĂłn... viven mujeres gordas que parecen haber dado a luz a todos los niños del barrio, a los que vemos pasar en enjambres durante el horario escolar. Se trata de niños difĂciles, se trata de niños que han saboreado el delito, chicos envejecidos de antemanoâŠ
SerĂĄ necesario, por favor, rescatar a los niños al mismo tiempo y colocar cerca de ellos educadores de presencia ligera, provocadores de alegrĂa, siempre dispuestos a volver a amasar la arcilla redonda, eficaces vagabundos asombrados por la infancia... un poco poetas, un poco pintores, un poco tarareadores de bella mĂșsica, un poco comediantes, titiriteros de sĂ mismos y de marionetas, honestos con el momento, chupadores de certezas y escupidores de preguntas, pelĂcula viva al margen de la sociedad, sin duda inadaptados, preocupados por su vagabundeo y pacientes como los reparadores de sillas, estos son los compañeros que los chicos necesitan».