La hegemonĂa neoliberal que se impuso hasta la crisis financiera de 2008 es mucho mĂĄs que polĂticas de austeridad, financierizaciĂłn de la economĂa a expensas de la economĂa productiva, gobierno de expertos y brecha cada vez mayor entre Ă©lites privilegiadas que toman las decisiones y una sociedad que sĂłlo se despierta cuando ve afectada su capacidad de consumo. Esa hegemonĂa trajo consigo la posdemocracia, la indiferencia polĂtica, la sospecha de que no hay alternativas posibles a los dictados del establishment. O de que cualquier alternativa anti statu quo estĂĄ marcada con el estigma del extremismo o el populismo.
Este ensayo advierte cĂłmo la crisis de la hegemonĂa neoliberal ha abierto un "momento populista", que equivale al regreso de la polĂtica y a la oportunidad de profundizar la democracia. El aumento de las desigualdades genera mĂșltiples resistencias, demandas, luchas, y esas resistencias son transversales y heterogĂ©neas: los trabajadores, los excluidos, los inmigrantes, las clases medias precarizadas, el movimiento de mujeres, la comunidad LGBT. ÂżQuĂ© significa esto para la izquierda? La ocasiĂłn de articular esas demandas con discurso y creatividad, y sin menospreciarlas, dando respuestas progresistas incluso a los reclamos (por orden, por seguridad) que sĂłlo parece reconocer la derecha.
Por un populismo de izquierda no llama a terminar con las instituciones de la democracia representativa, sino a revitalizarlas desde dentro, para que inclinen la balanza a favor de mayor igualdad. Pero para eso hay que trazar una frontera polĂtica entre un populismo de derecha que entiende al "pueblo" de manera restrictiva, dejando afuera a quienes "amenacen" la identidad nacional y las claves del consenso, y un populismo de izquierda que apueste a radicalizar la democracia. Esa frontera no implica alimentar un antagonismo vacĂo sino reinventar, para los ciudadanos, la posibilidad misma de elegir quĂ© sociedad quieren construir.