Esta paradoja, la tristeza y la salud del campo, refleja la propia situaciĂłn de Van Gogh: la naturaleza fue siempre una especie de hogar para Ă©l: un hogar que nunca podrĂa compartir con nadie mĂĄs. En Saint-RĂ©my, Van Gogh habĂa trabajado en una pintura llamada el «Sembrador»: «Porque lo que veo en este sembrador [âŠ] la imagen de la muerte, en el sentido de que la humanidad podrĂa ser ese trigo que estĂĄ cosechando. De modo que es, si asĂ deseas, lo opuesto a aquel sembrador que intentĂ© realizar antes. Pero no hay nada triste en esta muerte, hace lo que tiene que hacer a plena luz del dĂa, con el sol inundando todo con una luz de oro puro» [âŠ]
Unas semanas antes de su suicidio, Van Gogh le habĂa escrito a Theo: «Aunque no haya tenido Ă©xito, de todas formas pienso que se continuarĂĄn las cosas en las que he trabajado. No directamente, pero uno no estĂĄ solo cuando cree en cosas que son verdaderas. ÂĄY entonces quĂ© nos importa en lo personal! Estoy convencido de que las personas son como el trigo, si no te siembran en la tierra para que germines, ÂżquĂ© importa? Al final, te muelen entre las piedras del molino para convertirte en pan. ÂĄLa diferencia entre felicidad e infelicidad! Las dos son necesarias y Ăștiles, al igual que la muerte o la desapariciĂłn⊠es tan relativo⊠y lo es tambiĂ©n la vida».