8 días a la semana es un canto a la Sierra, al tipo de vida rural y sencilla olvidada por la mayoría de nosotros y, ante todo, un canto a sus gentes y sus costumbres.
La novela desarrolla las aventuras de un joven serrano, nacido en las entrañas de los Montes Universales a principios del siglo XX, y que deberá luchar contra vientos y nevadas por sobrevivir en una tierra hermosa, dura y áspera. Al igual que el cine llama género de carretera (Road Movie) a las películas que desarrollan su hilo argumental en las mismas, esta novela se podría clasificar como "Novela de Herradura" ya que los viejos caminos de herradura que pueblan las sierras tienen un carácter especial en la novela, permitiendo a su protagonista deambular por todos los pueblos de la zona, conociendo sus costumbres, escuchando sus leyendas y buscándose una forma de ganarse la vida en oficios hoy en día ya desaparecidos.
A finales del invierno de 1911, en una pequeña aldea ubicada en lo más alto de la Sierra de Albarracín, una humilde familia trae a la vida a un pequeño de nombre Marcelino. Desde bien pequeño, el mozo conocerá las desventuras, durezas y asperezas que la Sierra, con su climatología adversa y su práctica incomunicación del resto del país, puede proporcionar a sus habitantes. Con la inocencia de un niño, deberá velar por la seguridad de sus hermanos, más pequeños que él, y de la economía familiar, viéndose obligado a bajar los extremos para trabajar en los molinos de aceites jienenses, buscar trabajo en la ribera del Jiloca y recorrer sendas y caminos de herradura para hacer algo de dinero con la compra y venta de ganado. Su intensa amistad con Luna, una mezcla de perra y loba que le encuentra por la Sierra, dotará al personaje de un cierto carácter salvaje, no habituado a las grandes civilizaciones.