Concluidas las escaramuzas –cuyos escenarios fueron parque y plazas de Buenos Aires– que proporcionaron la victoria de la facción azul sobre la colorada, los hombres de la caballería, líderes del grupo triunfante, se hicieron con el control de los principales mandos del Ejército argentino. Esta investigación analiza el rol de los oficiales de esa arma entre septiembre de 1962 y mayo de 1973, período durante el cual restablecieron los estándares de disciplina y autoridad jerárquica al tiempo que dominaron, apelando a ascensos, retiros y traslados, los puestos clave de la estructura de mandos del Ejército. Bajo la hegemonía de esta camarilla–la mayoría de sus integrantes con un pasado común de luchas antiperonistas–, se intensifico el punto de quiebre en los niveles de autonomía de las Fuerzas Armadas en relación al poder político y, a su vez, se llevó a cabo la transformación doctrinaria de la institución la cual agregó una nueva hipótesis de conflicto a las acostumbradas contra Brasil y Chile: la “Doctrina del Enemigo Interno”, que suministró tanto un nuevo patrón de interpretación para los conflictos políticos y sociales como una justificación para sus futuras intervenciones políticas.