El proceso de planear, escribir y publicar este libro tomĂł dos años. En ese lapso, el PerĂș tuvo doce ministros del Interior. Las redes delictivas deben brindar al ver cĂłmo se suceden los funcionarios y se arruinan nuestras capacidades institucionales. Y, en mĂĄs de un caso, son ellas mismas quienes generan dicha volatilidad, pues estĂĄn enquistadas en el Estado.
Sin embargo, aunque la situaciĂłn estĂĄ en caĂda libre, los polĂticos deben aparentar que hacen algo contra el crimen y la inseguridad ciudadana. Entonces, echan mano a lo que LucĂa Dammert llama el «populismo punitivo». Es decir, la retĂłrica de la «mano dura» y unas polĂticas obsesionadas con el castigo. Entre 1991 y 2013, nos dice la autora, el CĂłdigo Penal se modificĂł 481 veces, la mayorĂa de ellas para incrementar la severidad de las penas. Pero el fervor punitivo no ha traĂdo resultados que saludar.
Lo cual es natural, pues lidia con un fenĂłmeno que desborda la materia penal. Si algo lo define son sus ramificaciones en todos los sentidos. Mostrar esa complejidad es la tarea que emprende el libro. Comienza realizando el «retrato de un paĂs inseguro», para luego señalar en tres capĂtulos los ĂĄmbitos que funcionan como afluentes de la criminalidad: la sociedad, las instituciones y la polĂtica. La inseguridad ciudadana, la violencia y el miedo que generan surgen, entonces, de un contexto formado por capas intrincadas. El aporte de este libro es desgajarlas y ponerlas a la luz