En 1923 Martin Heidegger dejó su puesto de profesor en Friburgo y aceptó la invitación de enseñar en Marburgo. Su llegada supuso el encuentro con Rudolph Bultmann marcando el preludio de un singular diålogo eminentemente productivo.
La correspondencia entre Heidegger y Bultmann se extiende a travĂ©s de un periodo de mĂĄs de medio siglo. En las cartas, junto a temas de polĂtica universitaria y de asuntos personales, se trata una y otra vez del problema fundamental de la relaciĂłn entre filosofĂa y teologĂa.
Entre las tensiones y los alejamientos que caracterizan la amistad entre ambos, surgen las formas de vida de la fe y las de la filosofĂa. En palabras de Heidegger, hay en juego una «enemistad mortal». Pero precisamente esta oposiciĂłn radical tiene que «sustentar la posible comunidad de teologĂa y filosofĂa como ciencias».