La presente obra desarrolla una teoría en la que se proponen distintas posibilidades del ser humano de cara al límite (como dice el título). Por de pronto, cada cual lleva la marca definitiva de un límite absoluto, cual es la muerte, respecto de la cual experimentamos que paulatinamente se acorta la distancia. Ante todo, el límite se presenta como delimitación, y ella permite que nos constituyamos en discontinuidades individuales demarcadas por distintos códigos psicológicos, sociológicos, familiares, morales, institucionales, sexuales, económicos, jurídicos, políticos y culturales.
Mas, al mismo tiempo el ser humano es también esencialmente transgresor de límites y sin embargo, esta transgresión suele ser nada más que cierta estrategia de la delimitación originaria que se ensancha y radicaliza. En razón de ello, lo decisivo está en la sensación de infinito que experimentamos no sólo ante la inmensidad sino en relación a cada fenómeno e individuo y que induce a un "salto a la ilimitación" que se da especialmente en el arte, en cierta vivencia religiosa, cual es la mística, y en la propia filosofía. La teoría del límite en cuestión es a su vez aplicada a la interpretación de ciertas obras literarias y relatos históricos.