Esta historia está basada en hechos irreales, todos los personajes -incluso los reales-son ficticios y todas las situaciones -las que parecen de verdad y las que salta a la vista que son mentira- son una invención exagerada de principio a fin.
Érase una vez un cocinero que entra en la cárcel por un delito grave y consigue transformar la vida de presos y funcionarios a través de la comida... Así, más o menos, comienza la historia. Pero lo que parece simple, pues la mayoría de la acción transcurre dentro del penal del Camarlengo Emérito Facundo Salvador Cocheras, en realidad es complejo.
Cuando don Facundo acude a la penitenciaría no se podría haber imaginado lo que se acabaría cocinando allí. De primer plato, un revuelto de asesinatos y crímenes de lo más atroces sazonados con fogosos y apasionados amoríos. De segundo, un guisado de intrigas políticas y personajes históricos, acompañado de hallazgos arqueológicos inauditos. Y de postre, los reclusos Tristán y Gaspar nos preprarán un apoteósico final digno de recibir una estrella Michelin.
Y ahí no acaba su complejidad, pues la novela no tiene una línea argumental, sino varias, y la mayoría de ellas suceden fuera de los límites de la prisión y, además, en épocas distintas. Peculiar y extravagante historia de un sinfín de personajes cuya existencia pende de los veleidosos caprichos del destino, es ésta De lobos y corderos una novela gamberra hasta los últimos extremos. A caballo entre lo literario y lo policíaco, con toques de amor y sexo, aventuras, lealtades, amistad, gastronomía y, sobre todo, entretenimiento, Juan Carlos Iglesias consigue llevarnos a un mundo ficticio, que, en el fondo, se parece demasido a lo real.